Si hay algo que tiene la vida es que está plagada de cambios. El cambio es inherente a todo lo que existe. Es una constante en la vida de cada persona; crecemos, nos casamos, formamos una familia, algunos tienen hijos, alcanzamos un empleo nuevo, nos mudamos, todo el tiempo estamos enfrentando cambios; estos pueden ser grandes o mínimos, pero estamos expuestos a ellos diariamente, a veces de manera imperceptible.

Hay una frase de un famoso filósofo griego que es muy interesante  y dice:

Nadie se baña en el río dos veces porque todo cambia en el río y en el que se baña.

Heráclito

Hay algo que es real, lo único que permanece es el cambio. Todo lo demás es dinámico.

Pero, ¿por qué las personas les temen tanto a los cambios?

Todo cambio implica deshabituarse y salir de la zona de confort en donde uno está acostumbrado a estar; y es por eso que muchas veces adaptarnos a la nueva situación se nos hace complicado.

Al saber que estamos en constante cambio y que las cosas suelen cambiar (algunas de manera cotidiana, otras cambian en un proceso mucho más lento), es bueno anticiparnos, planificar y poder estar preparados para amortiguar el impacto.

Todo cambio conlleva una consecuencia; esta puede tener un impacto positivo o negativo, según nuestro modo de reaccionar y según los recursos psíquicos que tengamos para enfrentarlo.

Es mejor hablar de consecuencias positivas y negativas que de cambios buenos o malos. Los cambios simplemente ocurren, a veces sin aviso, el cómo impacta esto en nosotros es lo que realmente importa.

Cómo afrontar los cambios

Sería bueno que puedas ser un observador de tu propia vida; que te des cuenta cuales fueron los cambios en tu vida que has experimentado y que consecuencia han tenido. ¿Pudiste adaptarte a ellos? ¿Te ha costado enfrentarlos? Esto es un buen inicio para ser personas capaces de adecuarse a cada situación, sacándole el mayor de los provechos para nuestro crecimiento personal.